martes, 20 de marzo de 2007

Espantapájaros

No sé, me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; pero eso sí -¡y en esto soy irreductible!- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar, ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Esta fue - y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba las compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! ¡Allí, lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado!
"¡María Luisa!, ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Que delicia la de tener una mujer tan ligera, aunque nos haga ver,de vez en cuando, las estrellas! ¡Qué voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes... la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay diferencia sustancial entre vivir con una vaca que con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedreste, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

Oliverio Girondo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"...y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando."
Esa última frase no sé que tiene, es mágica, no sé. Es divino Oliverio.

Ahora que lo pienso, OLIVERIO, se conecta con Oliveira.
OLIVEIRA se conecta con Talita.
TALITA vive en la Rayuela de Julio.
Talita con arcoiris vive en MI vertiginosa rayuela, me llena de colores.
Sin duda que mi Talita es más mágica que el personaje de Julio.
Te quiero mucho Letrina.
mucho
mucho
mucho
Món
(((Lagatacalculista)))

Anónimo dijo...

"...y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando."
Esa última frase no sé que tiene, es mágica, no sé. Es divino Oliverio.

Ahora que lo pienso, OLIVERIO, se conecta con Oliveira.
OLIVEIRA se conecta con Talita.
TALITA vive en la Rayuela de Julio, y Talita con arcoiris vive en MI vertiginosa rayuela.
Sin duda que mi Talita es más mágica que el personaje de Julio.
Te quiero mucho Letrina.
mucho
mucho
mucho

Mary

bruno dijo...

Un texto que hacía mucho que no leía. Me encanta.
La única observación es que empieza "no se me importa", no "no sé, me importa". Era una forma antigua de decir "me importa un pito": "no se me importa un pito".

Saludos.

Bruno.